Que día mejor que hoy para hablar de ellas. Que día mejor que hoy para recordar las llamadas malas palabras. Es que el mejor de los mejores, en esto de construir sus narraciones, utilizando nuestros modismos, nuestro lenguaje y nuestras puteadas, ya no está con nosotros. No quiero plegarme a los miles de homenajes; me da un poco de bronca que a grandes personas se las recuerde especialmente el día de su muerte, aunque también se que esto es inevitable. Que jodidos que somos con nuestro lenguaje; el mismo que incluye a estas malas palabras. Decía el negro Fontanarrosa en el Congreso Internacional de la lengua española de 2004: "¿por qué son malas las malas palabras? ¿le pegan a las otras palabras? ¿Son de mala calidad, y cuando uno las pronuncia se deterioran? ¿Quién las define como malas palabras?... atendamos estas condiciones terapéuticas de las malas palabras, que sirven para descargarse. Pido una amnistía para ellas,? y cuidemos de ellas, porque las vamos a necesitar".
Acá pueden ver "Viejo con árbol", un cuento de Fontanarrosa, dónde fútbol, arte y puteadas conviven y nos pintan de cuerpo entero. Tómense unos cinco minutitos que el final vale la pena.
¿Quién no las utiliza? ¿Quién no recurre a una de ellas, cuando tienes la puta desgracia de que se te derrame sobre la mesa y la ropa que llevas puesta, el café caliente que tiraste, como un verdadero boludo, de un solo manotazo? ¿Quién no grita insultando desde la ventanilla del auto, al forro malparido que se te cruza de manera peligrosa? O cuando listo para acostarte a dormir, y dispuesto a hacer mierda la cama, con el pijamita calentito, te acercas y das con el dedo meñique del pie izquierdo justo en la fría pata de la cama y la reputísima madre que lo reparió.
Que sería de frases famosas como la de Alterio si fuesen cambiadas. ¿Como reemplazar un: "¡La puta que vale la pena estar vivo!?" Imposible, ¿no?
Es doloroso que muera gente así. Son tantas mis sensaciones. ¿Cómo resumirlas en pocas palabras? ¿La puta madre o la concha de la lora?